viernes, 12 de septiembre de 2014

Todos somos Toto


El incidente que ocurrió el 4 de octubre de 2012, la tragedia en donde ocho personas murieron a manos del ejército en Totonicapán.

En redes sociales y en otro tipo de medios se compartió información relacionada al hecho usando la frase “Todos somos Toto”.

Debo decir que aunque estoy de acuerdo con que como ciudadanos tenemos el derecho a pronunciarnos en contra de políticas o leyes que  nos afecten o perjudiquen directa o indirectamente, y que considero un error enorme haber enviado a fuerzas militares para participar en el asunto. Y creo que luego de que sucediera este amargo incidente, es justo, bueno y humano solidarizarse con las familias de las víctimas y el pueblo de Totonicapán en general, como guatemaltecos que somos, así mismo se debe investigar y deducir responsabilidades.

Con lo que no estoy de acuerdo, es que como sucede muy a menudo o casi siempre, se utilice el incidente para polarizar a la población, atacando al ejército en general, acusándolo de cosas que se cometieron ya hace varios años, intentando reabrir viejas heridas, nada que ver una cosa con la otra, además, la solidaridad está muy bien, pero actuamos como que en realidad nos preocupamos por la gente de Totonicapán, rápidamente salieron grupos y gente individual a atacar con todo al gobierno y los soldados, no es desconocido y nuevo que nuestros hermanos indígenas viven en un casi total abandono del estado, pero por qué no decirlo también de parte de sus conciudadanos que somos los de la capital y que poco o mucho gozamos de más beneficios y oportunidades que ellos.

Por ejemplo, al día de hoy ya pasados un par de años, ¿donde está nuestro supuesto amor y solidaridad por ellos? no solo por ese suceso, sino que como repito, es seguro que como muchos lugares de Guatemala, hay gran cantidad de necesidades. ¿En donde están los que levantaron la voz en ese momento, señalando, acusando? echándole más combustible al fuego. Seguro no aparecen, porque solo son oportunistas del momento, en realidad son iguales o aun más indiferentes que las personas que ellos señalan.

Hay que decir sinceramente que para nada pretendo ser cruel y menospreciar el dolor de las familias, esas vidas que se perdieron son tan valiosas como cualquier otra y pues yo se que se siente perder a alguien. Pero honestamente, hay que ser objetivos, es casi seguro que la turba se les fue encima a los soldados, ya conocemos a nuestra propia gente señores, es quizá difícil de admitir para algunos pero es la realidad, supongamos que usted está armado, porque representa la ley, al estado, o simplemente por seguridad personal y se le dejan ir 10, 20 o más personas en sima con machetes palos, enfurecidos dispuestos a solo Dios sabe qué, personas con intención de hacerle daño ¿qué haría usted? ¿Cómo reaccionaría? esa afirmación de “nada lo justifica”, creo que está bastante mal, no fue lo más correcto tal vez, pero en ese momento, en ese instante, muchos habrían hecho lo mismo, no creo que el plan fuera ir a disparar sin más, si así fuera, habrían sido muchos más los muertos. Y si es verdad que los soldados tienen un entrenamiento y deberían estar más capacitados para manejarse en momentos así, notemos que en Guatemala ya no estamos en guerra, al menos no lo que se entiende normalmente como una, y no es lo mismo decir estoy preparado a entrar en acción. Creo que aparte de los que dispararon, también hay responsabilidad de quienes enviaron al ejército, pero también de quienes dirigían la protesta, y si es el caso los manipuladores que seguro no estaban ahí para poner la cara.

Honestamente creo que hay muchos culpables en este tipo de tragedias, no creo que los soldados fueron los culpables directos, no iban con la intención o las órdenes de matar, lo dudo realmente.

Es triste que para ser escuchados como personas y ciudadanos, se tenga que recurrir a bloquear carreteras, secuestrar bienes y personal de empresas u organizaciones, quemar vehículos, amenazar, intimidar, vapulear y hasta asesinar. Es duro, pero la población Guatemalteca es muy propensa a eso.  En definitiva es indignante la corrupción e indiferencia con que se maneja el gobierno y las instituciones de nuestro país, la justicia parece estar solamente del lado del poderoso y adinerado. Pero eso no justifica actuar como cavernícolas, y machacarle a las fuerzas de seguridad y el ejército todos los problemas y frustraciones que llevamos dentro, yo considero que el grupo de pobladores en ese momento debió intentar manejarse mejor, pero no es fácil seguramente, ahora bien, lamentable es por igual que tengamos muchos líderes que en lugar de ser buscadores de la paz, son más bien agitadores e incitadores, convirtiéndose ellos y sus seguidores en personas no merecedoras de un trato justo y pacífico, porque actúan como verdaderos seres irracionales cuando forman turba iracunda.

Casos hay muchos, yo personalmente presencie como un grupo miembro de una comunidad, amenazaba a sus vecinos, y a un grupo de topógrafos, con machetes y rifles en mano, airados, buscando pelea, todo porque el otro grupo estaba realizando mediciones en una finca, de la cual esta comunidad furiosa, se estaba apropiando de parte de los otros, no queriendo pagar por ella, roban o destruyen las cosechas de la otra comunidad y sobre eso amenazantes.

A otro conocido, estuvieron a punto de vapulearlo, pues el junto a otros amigos de su universidad, llegaron a un lugar apartado para regalar ropa, cuando esta se acabo, mucha gente molesta por ello los quería lastimar, fueron momentos de tensión, y eso que solo querían ayudar.

¿Y el caso del turista Japonés que fue linchado por tomarles fotos a los niños de la localidad? ¿Alguien recuerda eso? Y así podríamos seguir, no se justifica la violencia, menos si ciega la vida de otra persona, pero creo que esos soldados más que pensar en defender una causa, empresa, o ley, pensaban en defender su vida.


martes, 19 de agosto de 2014

La cultura del robo



Salí a comprar comida para los peludos de la casa, y de regreso veo de lejos como de la venta de una señora ya grande de edad, se cae una naranja, la naranja rueda por el asfalto, hacia el otro extremo donde iban pasando 3 personas, dos jóvenes de no más de 16 años aproximadamente y un señor como de unos 45 a 50 años, me pareció que era el papá, uno de los adolescentes recogió la naranja y en lugar de cruzar a devolverla, pues se dio cuenta de donde venia, se sonrió y la guardo, aprovechando de que la señora no se fijo, el señor que acompañaba a los jóvenes se dio cuenta pero solo soltó la risita encubridora.

Nadie se va volver más rico o más pobre por una naranja, pero esa cultura del robo y el pillaje es la que nos tiene en parte sumidos en pobreza, corrupción y violencia, en un país donde hay tanta disconformidad e injusticia.

Hacer la diferencia puede que para algunos sea difícil, pero que gran daño les hacemos a nuestros hijos al no enseñarles a ser honrados aun en las cosas más simples y pequeñas que puedan presentarse en la vida.

Si nos dan vuelto de mas en algún comercio y no lo devolvemos, si vemos que a una persona se le cae un objeto de valor como su billetera o su celular y no corremos a entregárselo, si por error no nos cobran en algún transporte público o servicio y creemos que eso es tener suerte, al no pagar impuestos, a traernos cosas de la oficina o empresa donde laboramos, no pagar prestaciones a los empleados, ni sueldo justo pudiendo hacerlo, todo eso es robo, y aunque queramos ignorarlo o negarlo nos hace tan culpables como el que asalta o roba en las calles, la diferencia quizás es que la consecuencia es menor o porque no nos descubren salimos campantes, pero al final solo hacemos girar esa rueda que se llama falta valores y principios y contribuimos a repetir el ciclo de maldad en cada generación.


Seamos buenos ciudadanos y corrijámonos a nosotros mismos para ser ejemplo a nuestros hijos.

Erwin Cordón


sábado, 19 de julio de 2014

El gordo y el flaco de la 18st



El Gordo y el Flaco fue el nombre que se le puso en español al famoso dúo cómico Laurel and Hardy, una pareja icónica de la comedia estadounidense.

Aquí en Guatemala en la Colonia San Rafael 3 “Las Colinas” Zona 18 conocí a un par de jóvenes, a uno lo apodaban Fat y al otro Skinny (el gordo y el flaco). De cómicos tenían muy poco, ambos pertenecían a la pandilla 18st y formaban parte de la clika Reyes Chapines.

Al flaco lo conocí cuando era aun prácticamente un niño, por algunos años deambule en la mencionada colonia y Oscar, como él se llamaba, ya andaba pegado a los mayores, vagando y aprendiendo de la calle.

Al gordo lo conocí años después, sonreía demasiado a menudo lo cual llamaba la atención de su personalidad. De momento se me escapa el nombre real del Gordo, pero era poco común quizás por ello no logro recordarlo, por lo general se nos hace más fácil recordar los apodos, es extraño pero cierto.

Oscar (Skinny) tenía un hermano, al que apodaban Muppet, trate realmente poco con el pero era de esos cae bien, de piel blanca, cabello oscuro y de facciones finas, la memoria me falla, pero creo que apenas contaba con 14 años cuando fue secuestrado, su cuerpo apareció bajo un puente, tenia claras señales de tortura, fue uno de esos niños que inicio su carrera en las pandillas a corta edad y tan rápidamente como se dio a conocer, así mismo fue olvidado porque sus días fueron cortados.

Aunque la desconozco a detalle, la historia de Skinny y Muppet al parecer inicia con una madre que los abandona para irse a los estados unidos o a quien sabe dónde, los deja con una vecina, quien los acepta y cría como a sus hijos, desde corta edad tuvieron conocimiento de la doctrina cristiana evangélica, Oscar lo reconoció frente a mí un par de veces mientras hablábamos de varias cosas, pero se desviaron del bien y cayeron en las garras del mal para convertirse en instrumentos dentro de una pandilla.

La mujer que los adopto, hasta donde supe los quiso como que fueran propios, en verdad quien sabe las razones por las que ambos terminaron involucrándose en las pandillas. ¿Su madre biológica algún día se entero como terminaron sus hijos? ¿Le llegaría a importar?

El Gordo y el Flaco, ganaron su fama no por sus apodos, aunque no dejaba de ser algo curioso.

Ambos formaron parte de una nueva generación de pandilleros de la 18st en San Rafael 3, los cuales eran de armas tomar, no podría decir a cuanta gente asesinaron, pero el hecho es que tenían ese “don” de gatillo fácil, impulsados por la doctrina pandilleril, y el odio hacia sus rivales, contaban entre sus "hazañas"  haber acabado con varios de sus principales enemigos.

Ellos se encontraban entre los primeros que escuche jugaban activamente guija, me decían que se volvía un vicio difícil de dejar, que la guija los llamaba, no los dejaba dormir y las horas jugando pasaban tan rápido que les amanecía y anochecía sin darse cuenta.

Verdad o mentira, contaban que la guija les ponía objetivos, les daba nombres de gente a la que tenían que asesinar, les revelaba lugares donde encontrarían dinero, les hacia señales, encendiendo y apagando luces y derribando objetos, Oscar me dijo una vez que él pensaba que eran espíritus de personas ya fallecidas, al menos así se identificaban con ellos, pero recuerdo que yo claramente le dije, esos no son espíritus de personas fallecidas, son demonios, en el juego; habían distintos niveles que ibas superando conforme el tiempo jugado y las pruebas superadas, cuando yo le pregunte los nombres del “señor” de cada nivel, no eran nombres como Juan, Pedro, o Carlos, eran nombres antiguos y raros, como de deidades de antiguas civilizaciones o algo similar, verdad o mentira ellos hablaban mucho de este juego.

Skinny me confesó una vez que uno de sus sueños, era poder matar a alguien con sus propias manos, y que lo había cumplido, descubrieron a una joven quien al parecer tenía relación con un miembro de la pandilla rival, y la estrangulo hasta matarla, en un cementerio, adonde la llevaron con engaños. Muchos jóvenes y jovencitas terminaron asesinados por sus propios conocidos, luego de ser acusados de tener relación con miembros de la pandilla contraria, en ocasiones eran acusados por otros miembros por envidia, porque les caían mal, y al no poder demostrar lo contrario corrían esta suerte.

Luisito, era el apodo con el que se conocía a un miembro de la Mara Salvatrucha, contaban que era uno de los más sanguinarios y famosos tiradores en su momento, el había estado involucrado en el asesinato de muchos miembros de la 18st varios de estos de Reyes Chapines. Dicen que un día, pasados varios años, y cuando Luisito ya se había alejado de su pandilla y asistía a una iglesia, el Fat lo encontró y le disparo sin mediar palabra, mientras él se desangraba en el piso, Fat le gritaba riéndose, “¡yo te mate, yo, el Fat de reyes chapines, yo te mate!” y así incrementaba su fama pues Luisito también se había creado un nombre mucho antes. A veces, aunque encaminemos nuestro camino al bien, las consecuencias nos alcanzan, quizás como un recordatorio de que en esta tierra todos tenemos que pagar por nuestras acciones, o quizás porque ya no existe un lugar aquí para alguien que aunque cambio, no encuentra lugar para el perdón entre sus iguales.

En otra ocasión el gordo y el flaco, se encontraron con una joven miembro de la MS en un ruletero, y bajo amenazas la obligaron a bajarse en SR3, se la llevaron a punta de pistola a un callejón, en donde la asesinaron, luego se tomaron fotos con el tenis ensangrentado de su víctima, también fueron ellos quienes se jactaban de haber asesinado a un policía para robarle su arma, con la cual cometieron muchos otros delitos.

Para mi fueron dos jóvenes a los que les llegue a tener aprecio, siempre con respeto mutuo, ahora soy consciente de que en ellos habían un espíritu de asesinato que no era normal en cualquiera, disfrutaban hacerlo, a su corta edad ya habían acumulado innumerables historias que contar, Skinny tenía cicatrices que demostraban que también había tenido a la muerte respirándole de cerca varias veces. El sabor a plomo no le era desconocido, y tampoco al Fat por lo que logro recordar.

Cuando su hermano Muppet fue asesinado, Oscar se lleno de amargura, un día, poco después  de lejos vio a un conocido Salvatrucha frente al centro comercial Metronorte, cruzo la calle solo para asesinarlo a sangre fría, fue perseguido y capturado por la policia, por lo que guardaba prisión en la correccional de menores Etapas 2 en San José Pínula.

Antes de que un grupo de MS ingresara y asesinara a varios miembros de la 18st, Skinny y varios otros habían reconocido sus faltas y se habían constituido como nacidos de nuevo, un grupo de cristianos evangélicos que llegaban a predicar a las correccionales, habían estado trabajando con estos jóvenes y habían logrado que varios de ellos abandonaran la pandilla.

Para ese entonces, yo también había sido encontrado por la fe en Cristo, y por esas cosas que pasan en la vida, un amigo mío conocía al grupo que llegaba a evangelizar, por lo que logre llegar varias veces, compartir y platicar con estos jóvenes, así como con los que aun seguían dentro de sus respectivas pandillas y exhortarles a abandonarla, no logre hablar jamás con Oscar, lo intente, pero el tenia permisos especiales por buen comportamiento, por lo que salía con licencia los fines de semana y luego regresaba a seguir con su encierro.

Cuando las pandillas rompieron el Sur, y se enfrentaron en todos los centros donde se encontraban recluidos, Etapas 2 no fue la excepción, un grupo de MS, entro y asesino a todos los miembros de la 18st que pudo, a varios de ellos los decapitaron, Oscar escapo de milagro, pero luego de eso decidió que no regresaría de nuevo a la cárcel y en su próxima salida ya no volvió, paso mucho tiempo encerrado, sin salir a la calle, porque tenía muchos enemigos y lo buscaban por todos lados, aun así, un día decidió salir a por un familiar, y ya lo esperaban en la calle, lo atacaron y dejaron desangrar, en uno de esos callejones que tanto defendió.

Fat, permaneció preso un buen tiempo, al salir hable con él una última vez, como siempre le hable de la fe, de la cual reconoció que tenía conocimiento desde pequeño, pero que el mismo no entendía porque escogió el mal camino, de hecho me dio una extraña justificación, en donde me decía que cumplía con ayudar a Dios, pues asesinaba a quienes no querían tener nada que ver con él, yo trate de hacerle ver que eso no podía ser así, pero son posturas que no se cambian con 5 minutos de platica. Me conto que muchas personas habían orado por él y que lograban romperles pactos satánicos que tenia con la guija, pero al poco tiempo el volvía a crear esos pactos, que era algo que él sentía no podía dejar, a  los meses también fue asesinado en la colonia que lo vio crecer y convertirse en el Fat de Reyes Chapines.

Cuando uno es militante en una pandilla, los asesinatos que otros miembros de tu pandilla cometen, no son vistos con temor o desprecio, si no con admiración, con respeto, entre más sanguinario seas contra los enemigos de la pandilla, mas respeto lograras, el Fat y el Skinny, tuvieron su fama, ninguno de ellos llego más allá de los 25 años de edad, y aunque tuvieron la oportunidad de cambiar el destino de sus vidas, lo aprovecharan o no, sus vidas fueron cortadas tan violentamente como ellos cortaron las de otros seres humanos.

Y como ellos, han existido muchos, y al día de hoy tristemente aun existen jóvenes dispuestos a matar por su pandilla, a morir por ella, sin pensar en las consecuencias, sin pensar en las víctimas inocentes directas o indirectas de cada uno de esos actos. El fenómeno de las pandillas es complejo y profundo, hoy día hasta para mi es difícil de comprender del todo porque resultan tan atrayentes estos grupos, porque a pesar del daño causado a la sociedad, a la familia, y a personas desconocidas e inocentes, no puedes parar, destruyes tu vida y la de muchos otros, lo ves con tus ojos, eres testigo de muertes por decenas y aun así pareces estar bajo una venda, que te ciega y te embrutece, porque en realidad así como el gordo y el flaco, miles de jóvenes desperdician su vida defendiendo una ideología que no es más que una mentira sin sentido, por la falta de identidad se convierten en monstruos y demonios caminantes, y tiempo más tarde cuando son víctimas de la misma violencia y cosechan lo que sembraron, vienen a ser parte de las estadísticas, y son recordados quizás por sus madres, pero aun dentro de la pandilla poco a poco serán olvidados, ellos y lo que hicieron por ella, tan triste y cierto como eso.

jueves, 10 de abril de 2014

Atacadas en el INCA

“Las hermanas Karla Daniela y Nancy Paola Oscal Pérez, quienes fueron baleadas ayer jueves (3 de Abril del 2014), cuando se dirigían a su centro de estudios, tenían relación con integrantes de la pandilla 18, dijo este viernes el presidente Otto Pérez Molina.” PresaLibre.com

Instituto Normal para Señoritas Centroamérica.

 El INCA siempre ha sido de los institutos más mencionados, cuando estudie en la zona 1 a principio de los 90´s lo mentaban bastante, junto al Belén, el Comercio, el Central, el Aqueche, bueno… Todos esos… Los mas “famocitos”…

Yo estudie mis básicos en el no menos célebre (para bien o para mal) Colegio Parroquial Católico para Varones Monseñor Mateo Perro CMP e Instituto Americano en Ciencias de Computación IACC, recuerdo sentirme poderoso al pronunciar todo el nombre de memoria, aaahhh  así es uno de wiro.

Yo tenía entre 13 y 14 años, pero recuerdo bien que eso de las rivalidades ya tenía rato, en ese entonces no le atinaba quien era contra quien exactamente, y aun hoy creo que no le atinaría, ya que a veces como que se aliaban unos con otros, pero me acuerdo perfectamente que si de algo lo aconsejaban a uno en ese entonces, era que siendo del Mateo Perrone, debías cuidarte de la mara del Central, no sé si alguna vez pregunte porque, pero cuando veía esas chumpas rojas por allí, pensaba lo peor, cierta ves esperaba yo mi “burra” como se le llama a los autobuses públicos aquí, parado en la esquina de la Tipografía Nacional cuando de repente y quien sabe de dónde, apareció una marea de chavos, con palos, tubos y sabe Dios que mas, eran del Central y creo que también habían del Aqueche, y yo allí parado, ni me atreví a moverme, seguro era tan patojo que ni me pararon bola, (gracias a Dios), esa vez no se agarraron con los del colegio, pero la vi cerca. Otra vez estando frente al Belén, no corrí con tanta suerte, por andar detrás de una patoja, llegaron los del central y me robaron el reloj, lo bueno es que nunca me dieron una mi pateada, quizás les daba lástima, en ese entonces creo que no inspiraba más que eso, yo no podría representar algún peligro.

En fin, en los últimos meses cuando he salido y he pasado por Zona 1, he tenido la oportunidad de ver a manaditas de patojos, corriendo de un lado para otro en busca de bronca seguramente, siempre me pregunto ¿a donde están los padres?, pero imagino que muchos estarán trabajando luchando por ganar el dinero con el que pagaran colegiaturas, útiles, pasajes, etc. De esos sus hijos, que mienten y engañan al decir que andan estudiando, cuando en realidad andan perdiendo el tiempo, haciendo daño y arriesgando ser víctimas de otros grupos que andan en las mismas.

De por sí, todo esto ya es problema, pero ahora se suma el hecho de que las pandillas juveniles han sembrado semillas en muchos de estos establecimientos, yo regrese al Mateo Perrone años después de la época que les cuento  y fue allí donde reclutamos en su momento a muchos jóvenes que querían formar parte de la clika a la que pertenecíamos, igualmente ya habían otros dieciochos estudiando allí y se fueron sumando mas poco a poco, podría decir que al día de hoy, aun es esa pandilla la que domina en ese Colegio.

Mi esposa estudio en el INCA, ella dice que antes habían patojas locas, pero no al nivel de ahora, y es que la violencia y la perdición en general cada vez están peor.

Las hermanas Oscal Perez al parecer ya estaban involucradas con pandilleros, no se podría asegurar desde cuando, al  momento que salió la noticia no se conocía esta relación pandilleril, y la gran mayoría de personas se sintieron y se compadecieron de ellas, tiempo después falleció una de ellas, Karla Daniela de 17 años y salieron a las luz fotografías encontradas en sus perfiles en Facebook, en donde hacían las difícilmente confundibles señas de la pandilla 18st, entonces mucha gente las condeno, ya que se conoció que el ataque llego como represaría por haberse quedado con dinero de alguna extorción. Yo comprendo y acepto de que lo más seguro es que fuera por esa razón, y de que cada acción trae una reacción, lo que hacemos y las decisiones que tomamos traerá consecuencias buenas o malas, según el caso.


Yo no podría asegurar ni que tan buenas patojas fueron, ni que tan malas, no las conocí, pero he conocido a otros y a otras, además cuando uno en verdad se ha metido de lleno a una pandilla sobre todo en estos tiempos, lo deja todo por un lado, familia, hogar, estudio, lo abandona todo  por seguir al barrio.

Creo que eran novatas, de esas muchas jovencitas que se dejan apantallar, creen que acercarse a un pandillero consumado y comprometerse con ellos es un juego, o por lo menos no tienen una idea real de las consecuencias, cualquier adulto con algo de sentido común, sabe que un niño es manipulable, las hermanas Oscal, queramos o no, eran niñas al momento de involucrarse, ¿hasta qué punto coaccionaron con los pandilleros? No lo sabemos, pero es seguro que no tenían mucho tiempo en eso, quizás tuvieron influencias de algún familiar, o se enamoraron del que no era, podrían ser muchos factores.

Una madre a perdido a una hija, a otra la tiene con la vida en un hilo, ya a esas alturas los reproches están de más, propios y ajenos, como casi siempre, al pueblo le es más fácil señalar con el dedo y condenar sin misericordia, aun así algunos se expresaron con respeto hacia la familia de estas muchachitas, personalmente me duele en el alma saber que aun hay cientos o quizás miles de jóvenes expuestos, vulnerables y fácilmente manipulables para ingresar a una pandilla, todo empieza con una amistad y la relación se va desarrollando, hasta crear un compromiso y un vinculo difícil de deshacer, estos jóvenes y jovencitas que se sienten atraídos por el mundo de las pandillas, ni se imaginan a donde pueden llegar a parar, es preocupante ver como las filas de las llamadas maras siguen creciendo a pesar de tantos que ya están muertos.


¿Sabe usted donde están sus hijos a esta hora? ¿Con quién se juntan y que hacen?


Cuidémosles, y si tenemos la oportunidad de ayudar a uno que no sea hijo nuestro, hagámoslo, pensemos que todos fuimos jóvenes una vez y necesitamos alguien que nos aconsejara, sin juzgar, solo que nos prestara atención, quizás así logremos como mínimo que se forme un pandillero o una pandillera menos en el mundo.

viernes, 28 de febrero de 2014

Perro callejero

Desde hace ya buen tiempo, muchas más personas han ido tomando cierta conciencia del cuidado hacia sus mascotas, del problema  de los perros abandonados en las calles y el gran numero de sufrimientos que padecen en esas circunstancias. Aunque a muchos les podrá parecer irrelevante creo que todo ser vivo merece respeto y admiración, aunque confieso que no soy vegetariano y entiendo que hay animales que sacrificamos porque pareciera que necesitamos de su carne, piel y de tanto otros productos derivados de ellos, pero no pondré en discusión si está bien o mal que comamos carne y nos beneficiemos del sacrificio de animales.



Hoy quiero contarles una historia, la historia de un perro de la calle, de esos miles o millones que andan por allí, sin hogar, sin comida, sin donde tomar un poco de agua cuando tienen sed, enfermos y maltratados, marginados por la sociedad, la gran mayoría quizás despreciados y olvidados por quienes serian su familia alguna vez.


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El perro callejero abrió los ojos, el día, la hora y el año no importan, llego a este mundo cruel y despiadado sin haberlo pedido, saco número y nació, simplemente así.

En primera instancia conoció a su madre, tan callejera como el mismo, aunque el aun no sabía que su destino era serlo. Jamás pregunto por su padre, pero de haberlo hecho, difícilmente hubiera podido averiguarlo, porque su madre siendo una callejera, difícilmente podría dar con su paradero o identidad, en la calle fue conocida por perros grandes, pequeños, altos, chaparos, de distintas razas, distintos colores. Quizás por eso nuestro perro callejero no tenía un color definido, algo cenizo su pelaje, por momentos parecía “canchón”, otras queriendo ser blanco percudido, un blanco sucio, como las calles de donde había sido engendrado.

Empezando a vivir y ya conoció lo que era ser de la calle, pegado a la teta casi seca de su madre, que mal alimentada, se le contaban las costillas y no podría ni queriendo saciar totalmente el hambre del pequeño.

Pasando un buen tiempo, pero siendo aun cachorro y cuando su caminar aun no era firme del todo, fuere esto por su juventud o por el poco alimento. Uno de esos días cualquiera su madre no regreso a su guarida, sintiéndose abandonado, por oleadas lo invadían el miedo y la desesperación, viéndose solo en ese mugriento lugar, que él creía su hogar, ¿A dónde fue su mamá? ¿Volvería en algún momento?, podría estar muerta, o simplemente se canso de cuidarle, no lo sabría adivinar el perro callejero.

Lloro y aulló por días enteros, y sus tripas también. Por momentos creía ver una sombra cruzar el umbral de la entrada de su sucio y reducido habitad, veía a su madre llegar con algún pedazo de pan o alguna otra sobra con la que solía llenar ese estomaguito inflado de tanto parasito que seguro por dentro debía de cargar.

No, jamás volvería a ver a esa “chucha”, que tan fácil como lo engendro, así mismo lo abandono, si fue la curiosidad de su corta edad, o el hambre que ya lo quería matar, no se podría decir, cogió el valor y decidió salir a la calle, esa calle inmensa y que siempre tiene sus brazos abiertos para recoger a un perro más, a un callejero más.


Un grupo de niños jugueteaba en un parquecito cercano, corrían y reían, y por alguna extraña razón, el perrito callejero sintió que esas risas lo llamaban, lo invitaban a acercarse, y así lo hizo, pasito a pasito fue llegando hasta donde se encontraban, de repente la felicidad lo invadió, su nariz no lo engañaba, era comida, ¡SI! Comida era lo que podía oler. Varios niños y las personas que al parecer los cuidaban, comían mientras se recreaban,  que le haría pensar al callejero que aquellos seres, tan limpios y en apariencia felices compartirían con el su alimento, quien lo sabrá, pero impulsado por esa hambre feroz e indomable que solo quienes la han sentido rugir en sus vientres sabrán entender, y traicionado por su inocencia apareció de repente con su carita sucia, pelando los dientes, no como amenazando, si no como sonriendo, aunque quizás ni el mismo sabía bien que era sonreír, pues desde que vio la luz no había cruzado más que por un océano de penurias y sin sabores. Todo mundo pareció ignorarlo al principio, luego uno de los niños se le quedo mirando, el niño tenía un pedazo de algo que parecía pan en una de sus manos, al fin algo de comida cerca, callejero se le acerco tímido y cauteloso, su corazón palpitaba pero le gano la emoción, el niño estaba inmóvil pues también era de corta edad como nuestro perro, de repente una de las madres alzo la vos y advirtió;

-¡Cuidado con ese perro callejero! Que los puede morder, está sucio y seguramente enfermo también,  no dejen que se les acerque y tampoco le den de comer porque se acostumbran y luego ya no podrán deshacerse de él.

Con estas palabras al perro callejero se le corto la inspiración, no comprendía bien porque el desprecio tan temprano si aun no lo habían llegado a conocer, pensando estaba aun cuando sintió que algo paso cerca de su pequeña cabeza, rápido y potente, fue una piedra que le lanzo otro de los niños, pronto uno más lo imito y de repente callejero se vio escapando bajo una lluvia de ellas, logro esquivar la mayoría y alejarse, pero no sin antes recibir un fuerte golpe en el costado que casi le partía sus costillas delgadas y frágiles, que se le notaban bastante, fruto de su eterna compañera el hambre, otra de las pedradas le lastimo una de sus patas, le sangraba, no era grave, pero como le dolía.

No cabía duda que en la calle, no había espacio para el amor y la misericordia, menos para un callejero como él, huérfano y de sangre corriente.

Para el callejero no existió y quizás nunca existirá la educación, sonaba solo como una palabra más, de esas que parecían ser propiedad de cualquier otro menos de él, como el amor, la paz, el cariño, un hogar, una familia. Cuando a muchos otros les enseñaron a cómo comportarse y les cubrían de todo lo que él se limitaba a desear, para callejero solo existía el día a día, en donde tendría que pelear y arrebatar si quería comer, donde no existía un techo para cubrirse del sol, de la lluvia, el viento y el frio. Donde las carisias no tenían lugar, donde al parecer a nadie le preocupaba su destino, si vivía o moría.

Jamás veremos a un perro callejero solo por siempre, tarde o temprano, buscara a sus iguales, a esos marginados, a los parias de su misma especie, queriendo encontrar su lugar en este mundo, aparejándose con los que comparten su mismo destino, callejeros todos formaran algo similar a esa familia que desde que fueron paridos se les negó.

Y para que decir más, para callejero no hubo diferencia, una noche entre tantas, se encontró en medio de una jauría, a todos se les notaba su baja categoría, y ese vacío en el alma que no se puede ocultar, cuerpos marcados, cicatrices exhibidas sin más, como galardones de batallas pasadas y del diario sufrir. Este es mi fin pensó callejero, pero que más me ha de importar si de todas formas la muerte siempre ha estado cerca, pegada a mí como una garrapata que no se cansa de succionar la sangre, así el peligro y la miseria eran constantes por lo mismo la muerte no se podía alejar.

Increíblemente ninguno de esos perros más grandes y más feroces lo ataco, podrían haberle arrancado la garganta de haberlo querido, no era más que un cachorro delgado y afligido. Ven con nosotros, te daremos algo de pan y donde dormir, no temas, cuidaremos de ti, con nosotros nunca jamás volverás a estar solo, todos somos como tú y no te vamos a juzgar, eres bienvenido a esta jauría si así lo quieres, el miedo ira quedando atrás y aquellos que te despreciaron difícilmente se atreverán a lastimarte de nuevo, porque conocen nuestra reputación, que mordemos sin avisar, que matamos si es necesario, arrebatamos lo que queremos sin preguntar, tomamos lo que nos gusta y lastimamos sin sentir remordimiento. Somos los perros callejeros y es verdad que somos odiados, pero tenemos nuestra libertad, nadie nos brindo una mano cuando temblábamos de frio o de hambre, ni nos defendió del que nos quiso lastimar, así que porque ha de importarnos el destino de los demás.


Así, el perro callejero, aprendió a robar, a don Juan el carnicero, a don Pedro el panadero, al tendero y al vendedor ambulante, a morder al vecino y al desconocido, con o sin razón, pues no hacían falta las justificaciones, era un callejero, un marginado, odiado y aborrecido, así que para que había que ponerse a meditar, lastimar y lastimar era la consigna, no había llenura para esa hambre, era otro tipo de hambre, sabia como a venganza, pero olía a resentimiento, era dulce al inicio, pero luego re amarga, crecía y quemaba por dentro como con vida propia, era rabia quizás, una enfermedad que los consumía, que los controlaba.




Los perros callejeros en un problema grave se habían convertido desde hace mucho tiempo ya, cada vez en número mayor, siempre habría lugar para uno más, tampoco importaba cuantos murieran además, enfermos, asesinados o encarcelados, pues ante el clamor público ya tenían sobre ellos a la autoridad.

Póngalos a todos a dormir, a todos ellos pedía la comunidad, para que gastar en perreras publicas y darles de comer, es más fácil asfixiarlos hasta morir, un tiro en la cabeza y problema solucionado, júntelos a todos en un solo lugar y con gasolina y fósforos adiós a esos malditos perros callejeros que jamás debieron existir. Eran muchas las propuestas, pero todas con el mismo fin, terminar con esa plaga que para muchos no tenía remedio ya.

La casería no tenía porque esperar, y no solo para el grupo de nuestro callejero, si no para muchos otros mas, perros sin hogar que roban, molestan y atacan sin razón, ¿cuál sería el fin de tenerles compasión?

Pocas voces se alzaron a favor de darles una oportunidad, eran tantas sus faltas que se acababan los argumentos de piedad. Razones sobraban para condenarlos, ya bastante dolor y pérdidas materiales tenían contabilizadas entre sus maldades.

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¿Donde están el Bobi y el Huesos?, hace dos días que no se les ha visto ya, ¿será posible que corrieron la misma suerte que el Canelo y la Muñeca? Que unas semanas antes fueron capturados y luego de matarlos los lanzaron al barranco de allá por donde el señor al que le matamos al pollito más tierno que tenia,  aquella otra vez,  ¿o corrieron con la suerte del Puppy? Que después de encerrarlo por largo tiempo lo pusieron a dormir, pues aquel grupo de señoras a las que constantemente les robamos comida, no descansaron hasta hacerlo matar, era lo que platicaban los pocos que iban quedando ya de la “familia” adoptiva del perro callejero del que gastamos en contar.

Casi media noche, apresurando el paso por los callejones de la colonia que lo vio nacer, crecer y convertirse en lo que es hoy, el perro callejero voltea para los lados y hacia atrás, pendiente de cualquier movimiento, sombra o silueta que se le pudiera querer aproximar, no le quedan ya compañeros, de los que aun logro ver un día antes, poco le pudieron comentar, no quedaba otra que escapar, buscar otro lugar en donde poder continuar su largo andar, aunque a donde quiera que fueran de lejos se harían notar, ese aspecto y actuar los delataría en donde fuera, el que es callejero siempre será callejero decía el más experimentado y anciano del grupo de pulgosos indeseables. Pero a donde podría ir este desdichado ser, acompañar a los cobardes que escapaban no le parecía una opción, y a pesar de encontrarse solo de nuevo, algo era diferente ya el cachorro tímido e inocente hacia mucho se había ido, no se dejaría matar así nada mas, sus dientes ya habían probado sangre y no dudaría en atacar con todo si lo llegaran a arrinconar.

La noche era fría, pero no más que muchas otras que ya había tenido que pasar, acurrucándose junto a sus compañeros, formando un extraño bulto en la oscuridad, con un ojo abierto y otro cerrado pues un callejero no tiene paz, no tiene un colchón, un collar, un juguete, siquiera un plato, nada es suyo, a nadie le importa.

De repente se detuvo a contemplar la luna, que entre espesas nubes se asomaba, al bajar esa mirada gastada de tanto callejear, se dio cuenta que estaba frente al mismo lugar en donde su perra madre lo abandono, en donde aun en medio de tanta mugre con gusto hubiera permanecido si tan solo un padre hubiera conocido, ¿una familia de perros? ¿Por qué no? Al final de cuentas en la calle había encontrado una, y aunque no le era fácil admitirlo, no todo había sido tan bueno como querría aparentar, bien sabía que si bien no nació sabiendo odiar, ellos le enseñaron de la mejor manera, pues siendo de su misma calaña sabían que cuerda tocar, de esa alma herida y necesitada, así como ellos habían escogido revelarse contra todo y todos, así el mismo también escogió, ¿la culpa era de quien? ¿Acaso importaba ya? Lo hecho, hecho esta, en la ruleta del destino esa vida le había tocado y el la abrazo, así sin más un día prefirió amarla, amar la calle, amar al resto de callejeros como él, si, prefirió eso, que no amar jamás, eso es si, a eso que sentía se le pudiera llamar amor, aunque igual de loco e incomprensible, de furtivo e indomable, una locura, quien en su sano juicio escogería una vida así, ¿pero en realidad la escogió el? O como les decía antes, eso fue lo que le toco y punto.


¿Acaso es una lágrima lo que se escapa de su ojo?

Recuerdos van y recuerdos vienen, culpa, vergüenza, tristeza, soledad e impotencia al no poder cambiar nada de lo vivido y hecho ya, mescla fatal para su corazón a punto de estallar, un vacio que jamás con nada pudo llenar, puede sentirlo allí, siempre presente, como sus otras amigas, la muerte y el hambre.

La oscuridad de la noche es interrumpida de golpe, relámpago y trueno, relámpago y trueno, ese sonido ya lo había escuchado antes, varias veces, no le era desconocido para nada, todo callejero lo conoce bien, es inconfundible como el aullido de un lobo, al principio nada, luego llega el dolor, sus patas tambalean y se desploman, nada puede hacer para evitarlo, cae al suelo, la vida se le va, se escapa, fluye por un caminito de sangre que luego se convierte en dos, por un instante volvió a sentir, el mismo miedo y desconcierto que sintió aquel día que fue apedreado por aquel grupo de niños que prefirieron lastimar que amar, alentados por unos adultos a los cuales seguramente les era indiferente la necesidad y la escases, el dolor ajeno no les quitaba el sueño, o aunque quizás si conocían todo esto era más fácil marginar a ese perro callejero que solo buscaba un hogar, cariño y un poco de pan.

Con su último suspiro, a la calle y a esa perra vida le dijo adiós.

FIN.

Esta historia me fue inspirada por dos razones, una es algo que leí recientemente, el caso de un niño que a escondidas llevaba de comer a varios perritos de la calle, los cuales estaban llenos de sarna, pero al niño no le importaba, y fue su padre quien un día lo siguió y tomo fotos haciendo esa gran obra anónima. Y por otro lado el cariño y apego que le hemos tomado a nuestras mascotas en la familia, es raro e inexplicable cuanto llega uno a querer a unos animalitos, cuando se enferman, tienen hambre, frio o sed, es como que fueran hijos prácticamente.

Ahora quiero decirles que entiendo perfectamente a las personas que estarán en desacuerdo conmigo, no voy a contradecir el hecho de que cuando existe algo o alguien que nos daña individualmente o como sociedad, la reacción común y casi natural es de rechazar y aborrecer, pagar mal por mal es lo que nos pareciera justo por lo general.

Todos los animales tienen su belleza, pero hay ciertas especies que por una u otra razón, han llegado a tener un lugar especial dentro de nuestra raza humana, en nuestra casa, son parte de la familia, ellos necesitan cuidados, atención y cariño, y es verdad que hoy en día hay mucha gente que se los da, pero así mismo hay muchos otros que no quieren o no pueden dar lo que no tienen.

Ahora bien, si un perro, un gato, un perico o cualquier otra mascota, merece esto y quizás más, ¿porque un ser humano no? Existen leyes y derechos mundiales que en apariencia conceden estas cosas, sin embargo hay muchísima gente que carece de cosas primordiales desde que nace.

Esta historia tal cual, se aplica a muchos niños y jóvenes, que están en las calles ahora mismo, son una molestia, “muerden “sin razón aparente,  son perros callejeros, y han abrazado esa vida, pero así como sentimos misericordia por el perro de nuestra historia, así mismo se puede comprender a estos jóvenes, no es fácil es claro, pero cambie usted el papel del perro en esta historia y ponga en su lugar a un ser humano, y espero pueda así comprender un poco más, a los que pedimos una oportunidad, inmerecida definitivamente, en muchos casos así es, pero yo soy de los que creen que el árbol torcido si se endereza, que en lugar de tirar una piedra, deberíamos acercar un pedazo de pan más seguido, sin temor a enfermarnos, ensuciarnos o mezclarnos con gente que a lo mejor no sería lo que es si tuviera todo eso que al perro callejero también le hace falta.

Con todo, se que siempre sobraran las piedras para arrojar, pero recordemos que lo que sembramos cosechamos, la misericordia es eso y nada más, Dios mismo tuvo misericordia del hombre, al ver que sus obras eran malas y aun queriendo hacer lo bueno, terminaba haciendo lo malo delante de Él, por lo que envío a su hijo a rescatar lo perdido, y eso éramos todos nosotros, lo perdido, algunos más, otros menos, pero delante de Dios, todos tenemos algo de perro callejero, lo bueno es que a Cristo no le importa nuestra sarna, todas nuestras heridas son sanadas por él en cuanto nos entregamos, el perdón es una de las claves, apliquémoslo pues.

Saludos de un Ex Perro Callejero.