martes, 19 de agosto de 2014

La cultura del robo



Salí a comprar comida para los peludos de la casa, y de regreso veo de lejos como de la venta de una señora ya grande de edad, se cae una naranja, la naranja rueda por el asfalto, hacia el otro extremo donde iban pasando 3 personas, dos jóvenes de no más de 16 años aproximadamente y un señor como de unos 45 a 50 años, me pareció que era el papá, uno de los adolescentes recogió la naranja y en lugar de cruzar a devolverla, pues se dio cuenta de donde venia, se sonrió y la guardo, aprovechando de que la señora no se fijo, el señor que acompañaba a los jóvenes se dio cuenta pero solo soltó la risita encubridora.

Nadie se va volver más rico o más pobre por una naranja, pero esa cultura del robo y el pillaje es la que nos tiene en parte sumidos en pobreza, corrupción y violencia, en un país donde hay tanta disconformidad e injusticia.

Hacer la diferencia puede que para algunos sea difícil, pero que gran daño les hacemos a nuestros hijos al no enseñarles a ser honrados aun en las cosas más simples y pequeñas que puedan presentarse en la vida.

Si nos dan vuelto de mas en algún comercio y no lo devolvemos, si vemos que a una persona se le cae un objeto de valor como su billetera o su celular y no corremos a entregárselo, si por error no nos cobran en algún transporte público o servicio y creemos que eso es tener suerte, al no pagar impuestos, a traernos cosas de la oficina o empresa donde laboramos, no pagar prestaciones a los empleados, ni sueldo justo pudiendo hacerlo, todo eso es robo, y aunque queramos ignorarlo o negarlo nos hace tan culpables como el que asalta o roba en las calles, la diferencia quizás es que la consecuencia es menor o porque no nos descubren salimos campantes, pero al final solo hacemos girar esa rueda que se llama falta valores y principios y contribuimos a repetir el ciclo de maldad en cada generación.


Seamos buenos ciudadanos y corrijámonos a nosotros mismos para ser ejemplo a nuestros hijos.

Erwin Cordón